lunes, 19 de mayo de 2014

6. La Casa de Cartón de MARTIN ADÁN

Usualmente cuando comienzo a leer un libro, rara vez leo el prólogo. En parte para evitar que éste afecte mi juicio sobre lo que estoy a punto de leer y en parte por una cuestión de practicidad mezclada con ansiedad. Sin embargo, desde que comencé Un Libro Menos, me propuse leer cada una de las partes de mi biblioteca personal, y claro, esto incluía prólogos, presentaciones, etc.
 
Luego de leer LA CASA DE CARTÓN, no podía librarme de las palabras de Luis Alberto Sánchez y cómo me advertían de la maravillosa prosa de MARTIN ADAN. Si bien fue algo difícil en ocasiones seguir la ilación del libro, debido a que las historias se desconectan, fue una experiencia hermosa  ya que era como leer un gran e inmenso poema.
 

Dicho esto, fue complicado escoger algunos extractos, ¡casi todo el tiempo quería hacer copy-paste de todo el libro!. Sin embargo, hice mi mejor esfuerzo por quedarme con solo algunos:
 
pp.36
"El mar es un alma que tuvimos, que no sabemos dónde está, que apenas recordamos nuestra -un alma que siempre es otra en cada uno de los malecones-."
 
pp.37
"Sol amplio, duro, firme, del acabar de febrero. No hay sombra posible en este mediodía, artificial, exacto, inalterable. La noche no llegará nunca. Son las dos de la tarde, y el sol aún está a la mitad del cielo en una atracción, terca y boba de la tierra."
 
pp.50
" Ahora sí que se acabó de veras el verano. El verano y el pretexto del verano, las muchachas de piernas alegres, los frailes ojerosos, los vocales de las Cortes de Justicia, el calor, las vacaciones... El pretexto... Los pretextos... Ahora se nos mete el invierno -un invierno, extracalendarial, ortodaxamente bergsoniano: películas de veinte capítulos-. Lima, la sucia Lima, caballista, comercial, deportiva, nacionalista, tan seria... Ahora sí que se acabó el verano de veras. "
 
pp.52
" Ser felices un día... Ya lo hemos sido tres meses cabales. Y ahora ¿qué hacemos? ¿Morir? ... Ahora te pones sentimental. Es cordura ponerse lírico si la vida se pone fea."
 
pp. 68
" Y yo sé la locura de oponer la vida al destino, porque el destino no es sino el deseo que sentimos alternativamente de morir y de resucitar. El horror de la muerte para mí no es sino la certeza de no poder resucitar nunca, ese eterno aburrirme de estar muerto."
 
pp.71
" Ella era una brava catadora de mozos. Todos nosotros hubimos de rodar la cabeza por sobre su pechito duro y redondo. Así, de este amor inevitable, hacíamos una era - "Cuando yo enamoraba a Catita..."-. Pero era Catita quien nos enamoraba a nosotros. Al mirar, guiñaba ella los ojos sin advertir. Sus ojos, redondos como toda ella... Y el nombre no lo decía bien. Esa "i" antepenúltima la alargaba, la ensombrecía, la alejaba - a ella, próxima, redonda, alegre. Y, sobre todo, enamoradiza."
 
pp.88
" Tú acompasas mi paso al tuyo. Yo no sé que decirte. Repentino soplo de aire frío nos cambia la vida. Tú desapareces a cada instante de mi conciencia, y al volver, estás calidad, como el sombrero o un libro que olvidamos a pleno sol cuando huimos a la sombra. La calle ancha nos abre los ojos, violenta, hasta dolernos y cegarnos. Todo el pueblo se arrastra - postes, árboles, gentes, calles - a las orillas de este arroyo de frescura y brisas del mar. En el horno del verano, humean las casas, de masa de pan, y se requeman por debajo. Ya no vienes tú a mi lado."

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