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La Punta |
Empezamos con el 2do libro de nuestra larga lista. Ésta vez se trata del clásico "Otelo" de William Shakespeare, 5 actos de pura tragedia.
Nunca la leí en el colegio y ahora por primera vez, he puesto mis manos sobre este libro que al parecer, cayó en mi biblioteca por una herencia de alguien mayor en la casa. Al abrirlo, me sorprendió no ver el acostumbrado formato de cualquier libro en el que se indica la fecha de impresión, nombre de la editorial, derechos reservados y demás, al contrario, encontré un par de líneas que me hicieron reflexionar: "PORQUE LA EDUCACIÓN DEBE SER PARA TODOS".
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Monarca |
A pesar de que de por sí no me enamoré del libro (por una cuestión de afinidad supongo) sentí que después de leer esa primera frase, era mi deber acabarlo, algo debía de sacar de esta lectura. Si bien no lo disfruté como suelo disfrutar otros libros, si disfruté los lugares en los que pude leerlo como la playa y el Monarca.
Lo que más me llamó la atención en si de todo el libro fue el comienzo y el final del prólogo, los cuales aquí se los transcribo, ya que desconocía esta información:
" Se considera esta tragedia de OTELO o El Moro de Venecia, una de las más vibrantes y emotivas, influidas por un cuento titulado "Un capitano moro", publicado en la obra de HECATOMMITHI, del italiano Gilardi Cinthio de Ferrari ..."
(...)
"Shakespeare conocía mucho tiempo atrás la obra de Cinthio. Se la relató el pedante italiano Florio en la época en que conversaba larga y amistosamente con él en el palacio de Southampton. La amistad se enfrió después y Florio acusaba a Shakespeare de plagiario. Con ocasión del estreno de OTELO, Florio no terminaba de recriminar al poeta por apropiarse de cuentos italianos para escribir sus dramas. Pero Shakespeare sabía sacar provecho de materiales mediocres. Nadie mejor que Shakespeare para hacer un gran personaje de tragedia del Yago, bosquejado torpemente en el cuento de Cinthio. Era preciso saber acumular en este insidioso ruin, todos los caracteres de la doblez e hipocresía. Había que justificar la candidez confiada y recelosa a la vez, con que OTELO se dejaba manejar por el malvado.
Ben Jonson, afirma que la maldad de Yago es excesiva y que conspira vilmente contra la felicidad de OTELO sin suficiente motivo. Pero Shakespeare conocía mejor el corazón de los hombres y tenía ya suficiente experiencia para saber a qué extremo de maldad pueden llevar la ambición o el amor propio no satisfechos. Había tenido tiempo y ocasión de conocer en la corte de Isabel a cortesanos, que envidiosos del favorito Leicester no vacilaban en poner en juego, para perderle, infinitas infamias que les dictaba su imaginación fecunda, y que ejecutaba bien su corazón implacable. Los amigos del desventurado Essex sabían hasta qué punto de crueldad pueden llegar los infames..."
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